Para el diseño de este local hemos tenido que afrontar y resolver una gran contradicción: el choque frontal entre la necesidad de luz natural e intimidad de los espacios de trabajo, y la visibilidad que se presupone a un negocio ubicado a pie de calle.
Nos encontramos con un local en bruto, de cuya estratégica posición en esquina nuestro cliente espera sacar el máximo partido, y beneficiarse así de sus consiguientes oportunidades comerciales. Simultáneamente el paciente requiere de un lugar íntimo y amable, que le permita relajarse en una situación que para muchos es sinónimo de nerviosismo y dolor.
Decidimos crear una doble piel, interponiendo entre sus dos capas un jardín intermedio: al interior un gran paño de vidrio con vistas a ese jardín. Al exterior, a modo de cierre de parcela, un muro de ladrillo esmaltado que consigue privacidad sin bloquear la entrada de luz natural.
La estrategia de diseño interior busca dar una imagen de amplitud a un espacio reducido y bastante compartimentado. Creamos un telón de fondo de chapa blanca ondulada, que regulariza el local, dejando tras de él los espacios secundarios. Las divisiones ciegas entre gabinetes no llegan hasta el techo, generando así un único plano superior continuo que permite percibir el local como uno solo.
Este proyecto ha supuesto una investigación en torno a la generación de espacios intermedios. A priori estos podrían considerarse incompatibles con el máximo aprovechamiento de la superficie disponible; finalmente se convierten en un mecanismo que nos ayuda a obtener la maximización de la misma, y en consecuencia de la percepción de amplitud y calidad por parte del usuario.